Para Don Lucho nuestro guía, la selva amazónica viene a ser lo que para nosotros es un supermercado. Nacido en una de las muchas comunidades indígenas que habitan el Madidi, si te cae mal la comida él corta la corteza de un árbol (que no nos acordamos como se llama), te hace una infusión con ésta y al rato estás como nuevo. Si tienes sed y no hay agua, él corta el tronco de una liana (tampoco nos acordamos como se llama) y de dentro sale un jugo buenísimo que además de aliviarte la sed se ve que es muy bueno para la salud. Si nunca te pierdes por la selva hay un árbol (de nombre ‘quecho’) que si le das fuerte a su tronco emite un sonido muy fuerte que se puede oír a kilómetros de distancia para que te encuentren. Si cae la noche y todavía no han venido a buscarte, las anchas y suaves hojas de un árbol pueden servir de sábanas para dormir, ¡o de paraguas si llueve! Si una tarántula o araña venenosa te pica, la sabia del árbol ‘ochoó’ o ‘soliman’ aplicada sobre la picadura puede revertir el efecto en un 90%, ¡pero solo una gotita! Ya que una mayor cantidad es muy peligroso para el organismo. Don Lucho nos explica todo esto mientras avanzamos por la Reserva Nacional Madidi durante nuestro trek de 3 días. Dormir en medio de la selva es toda una experiencia, los ruidos y la sensación de estar en plena naturaleza salvaje son impresionantes. Hemos visto todo tipo de pájaros exóticos, cerdos de la selva, un gato montés, mariposas del tamaño de una mano y todos los insectos y mosquitos que os podáis imaginar. No hemos tenido suerte con el puma, solo vimos sus huellas. El último día, construimos un Mashaquipe (balsa) con maderas y cuerdas y bajamos por el río Tuichi, bañándonos y tomado el sol.
Una experiencia muy rica que te hace sentir muy fuerte y muy frágil al mismo tiempo.
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